El 8 de Marzo se celebra el Día
Internacional de la Mujer. Muchas imágenes, tweets, posts, y felicitaciones colmaron
las redes sociales.
Foto de ladimirova |
-“Es un día para recordar que las mujeres somos tan importantes como
los varones, mi amor. A veces no es tan fácil ser mujer, algunas no pueden
conseguir trabajo, o les pagan menos que a los hombres”… hasta allí llegó
mi explicación. Ella no preguntó más, y no quise frustrarla tan rápidamente. La
vida misma le irá mostrando porqué es necesario celebrar un día de la mujer.
Diariamente trabajo con mujeres
que buscan quedar embarazadas, que ya lo están, o que tienen a sus bebés
pequeños. Sus historias, experiencias, frustraciones y logros me recuerdan
constantemente de nuestras luchas, de cómo tenemos que forzar nuestro lugar,
hacernos respetar y valorar. En especial, hoy quisiera reflexionar sobre la
licencia maternal.
Mucho se habla de las semanas que
corresponden, de lo que dice la Organización Internacional del Trabajo (OIT-
que recomienda 18 semanas, en Uruguay tenemos 14), de las dificultades legales
para implementarlo y de cómo esto afecta a las empresas. Todo esto es importante,
no dejan de ser elementos a discutir y resolver. Pero quisiera incluir algunas
variables que me parecen no están dentro de nuestra ecuación:
Foto de ladimirova |
Derecho a elegir
La maternidad comienza con la
llegada de nuestro hijo, esta experiencia transformadora que nos moviliza y nos
enfrenta a la realidad de ser responsables, al menos por 18 años, de otra
personita. ¿Cómo vivir esta maternidad? ¿Cómo hacernos cargo? ¿Cómo
disfrutarla? Esto dependerá de cada mujer, de sus experiencias de vida, de sus recursos
emocionales, de su disponibilidad. Lo que es extremadamente duro es cuando se
nos quita la posibilidad de elegir. Cuando
no podemos compartir tiempo con nuestros hijos, cuando nos vemos obligadas a
dejarlos en cuidado de otras personas, cuando hay dificultades en la lactancia pero
no se dispone de tiempo ni ayuda para resolverlo.
Vivimos en una sociedad muy
perversa, donde por un lado se nos promueve la crianza respetuosa, la
importancia de brindarles tiempo y atención a los niños, el dar de mamar por
tiempo prolongado. Pero al mismo tiempo es casi imposible mantenerse
económicamente sin trabajar 10 horas por día, la mujer se tiene que reintegrar
a trabajar precozmente, y la lactancia… ¿qué decir? Un tema aparte. “Madre, dele teta a su hijo… pero por las
dudas le dejo una mamadera con complemento aquí, por si precisa”.
Mujeres, ¡tenemos derecho a vivir
nuestra maternidad plenamente! Como elijamos, como queramos. Tenemos derecho a
poder dar de mamar a nuestros pequeños. Insisto en el concepto de “deseo”, de “voluntad”.
Si la mujer quiere reintegrarse a
los 15 días a trabajar, si quiere alimentarlo
con mamadera, si quiere llevar a su
bebé a una guardería, es su decisión. El tema es cuando NO QUIERE, pero no
tiene otra opción.
Foto de FotoLibre |
Derecho a ser cuidado
Si nos ponemos en el lugar del
bebé, resulta interesante considerar que él o ella tiene el derecho de ser
cuidado amorosamente, bien recibido, en un entorno saludable. Tiene derecho
también a recibir el mejor alimento, si es posible, la leche de su madre.
Como sociedad parece que no
percibimos la importancia de este elemento, y el impacto a corto y largo plazo.
Si como comunidad sabemos respetar y considerar las necesidades emocionales y
nutricionales de nuestros bebés, en el futuro tendremos niños, adolescentes y
adultos más saludables desde lo físico, pero también en el aspecto psicológico.
El impacto de cómo criamos y cuidamos de nuestros bebés se hace visible con
cada generación que pasa. Basta con revisar el índice de niños que están en
tratamiento psiquiátrico, que necesitan de medicación para poder ir a la
escuela. ¿Alguna vez vieron tantos centros psicopedagógicos en la cuidad? Cada
vez hay más… evidentemente algo estamos haciendo mal.
Mi obligación
Como mujer, como miembro de mi comunidad,
me veo obligada a luchar porque estos derechos sean respetados. Quizás el
lector esté pensando que soy una ilusa… puede ser. Pero no quiero vivir en una
sociedad en donde la mujer no tiene derecho a elegir, en donde nuestros bebés
sean criados por extraños y alimentados con fórmulas artificiales. Yo no lo
quiero, y sueño con un futuro diferente para mis hijos, para mis nietos.
¿Cómo cambiar la realidad? ¿Cómo
garantizar estos derechos? Estoy convencida que las transformaciones sociales
comienzan en el día a día, en la conversación con el vecino, en el apoyo que le
doy a una compañera de trabajo, en acompañar a mi prima, a mi hermana en su
lactancia… miles de ejemplos cotidianos que sumados nos permiten ver la realidad
de otra manera, valorando la importancia de la mujer, su rol como madre y su
derecho a elegir.
Claudia López Rodríguez
Directora de NaceMamá
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