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Actualmente están muy difundidas las ventajas de
amamantar. Por diferentes medios recibimos el mensaje que la lactancia es el
mejor alimento para el bebé y que también ofrece muchos beneficios a la madre.
Todo esto es verdad: la lactancia materna es lo mejor tanto desde el punto de
vista nutritivo, afectivo e inmunológico para nuestro hijo.
Sin embargo, muchas veces a lo largo de este
proceso surgen dificultades, incertidumbres, miedos que hacen tambalear nuestra
confianza para amamantar. Uno de los miedos más comunes es no poder producir la
leche que nuestro hijo necesita.
Ante esto me parece importante mencionar que, si
bien la hipogalactia (escasa producción de leche) existe, se da en muy pocos
casos. Las razones más comunes por las cuales las madres dejan de amamantar están
vinculadas con factores emocionales (nuestra historia personal), sociales
(prejuicios, mitos) y aspectos relacionados con la técnica de amamantar en sí.
En esta oportunidad, me voy a centrar en lo que
hace a la técnica de amamantar.
Una lactancia exitosa depende, en gran parte, que
la técnica de amamantamiento sea la
correcta. Cuando la postura es incorrecta se forman grietas y, además, el bebé
no logra extraer la leche de forma efectiva. Por esta razón, con un acople no
adecuado el bebé podrá succionar durante mucho tiempo el pecho sin conseguir
extraer la leche que necesita. Es muy común escuchar: “Está todo el día
prendido al pecho y no engorda, debe ser que no tengo leche.” Frente a estos
casos es importante primero observar la postura para verificar que el acople
sea adecuado.
Para
lograr un acoplamiento adecuado:
·
La madre debe estar cómoda, se sugiere utilizar
almohadones.
·
El bebé debe estar alineado de tal manera que no
tenga que girar la cabeza para tomar del pecho.
·
La
nariz del bebé debe quedar libre y su mentón apoyarse en el pecho materno.
·
La
boca debe estar bien abierta.
·
El
bebé debe tomar una gran parte de la areola, no solo el pezón.
Es de suma importancia tener presente que dar de
mamar no duele y no debe producir grietas. Por lo tanto, si tenemos los pezones
lastimados es una señal que la postura no es la adecuada.
También es
importante saber que si por alguna razón estamos produciendo menos leche de lo
que nuestro hijo necesita, es posible revertir la situación.
Otro
aspecto importante para lograr una lactancia exitosa es ofrecer el pecho a
demanda. Esto significa que tanto la duración de las tomas como la frecuencia
de las mismas debe ser determinado por el propio niño. El tiempo que el bebé
toma del pecho varía en cada bebé y también varía según la edad y de una toma a
otra.
Se ha observado que la restricción del tiempo que
el bebé pasa prendido al pecho y la extensión del intervalo entre tomas es una
de las principales razones de una baja producción de leche. Los bebés
amamantados se regulan a sí mismos y, si se les da la oportunidad, toman lo que
necesitan de cada pecho.
No debemos olvidar que dar de mamar es un arte que
se aprende y lleva un tiempo de adaptación. Amamantar no siempre es un camino
sencillo. En el inicio pueden surgir dudas, complicaciones.
Si estamos seguros qué es lo que queremos, debemos
darnos el tiempo para adaptarnos y encontrar nuestra propia manera de
vincularnos con nuestro hijo. La confianza en nosotras mismas es un aspecto
central en este proceso. Y, si sentimos la necesidad de una ayuda, será
importante buscar el asesoramiento adecuado.
Lic. Psic. Karen Barilas
www.nacemama.com
Bibliografía consultada
Mohrbacher, N. & Stock, J. (2002) Lactancia Materna. Libro de Respuestas. La
Liga de la Leche Internacional. Illinois, USA.
Lactancia Materna: Guía para profesionales. Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española
de Pediatría. Monografías de la
A.E .P. Nº5.
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