Testimonios

Mariana, mamá de Gael

La llegada de nuestro primer hijo nos agarró por sorpresa. Su padre no pudo llegar a su nacimiento y yo tuve cirugía de urgencia debido a que tenía presión alta. Nada a lo imaginado ni planeado. Por suerte fue final feliz, el bebé super sano pero chiquito. En verdad 2320 kg no es mal peso en los tiempos, pero el shock al verlo fue brutal. Obviamente salió del hospital con menos de ese peso.

Los primeros controles fueron caóticos porque no ganaba peso como esperaban. Lo pincharon a los 10 días de vida para sacarle sangre y hacerle ecografías para descartar que tuviera alguna infección. Todo eso sumando a mi internación domiciliaria debida a mi presión rebelde hizo que llegara a la conclusión de que mi bebé con una mamá en ese estado no iba a salir adelante.

Por suerte mis padres y hermanos estuvieron a mi lado y recordaron haber oído habar de “las Doulas”. Ellos no sabían mucho al respecto pero les pareció buena idea. Yo la acepté de inmediato porque necesitaba alguien que me ayudara, entendiera y guiara.

Conocer a mi doula o más bien compañera y guía, fue lo mejor que me pudo haberme pasado por ésos días. Me gustó ya desde el primer día que la conocí. Venía una vez por semana a casa y era mi cable a tierra. Con ella expresaba libremente todo lo que me pasaba. Que hacía mal, porque él no crecía, como hacía para darme cuenta si quería más leche, cada cuanto darle, si está bien tenerlo todo el día en brazos, que todo el mundo me dice que va a salir mañoso, que todas las mamás están paseando por la calle con sus carritos con los bebés y yo no puedo estrenarlo porque no me dejan sacarlo porque estaba en auge la gripe H1N1 entonces no era conveniente. ….en fin, estaba perdida.

El primer día que vino enseguida captó la dinámica de la casa y mi relación con mi hijo. Recuerdo que me dijo “pero te está buscando ahora mismo, porque no le das pecho ahora por ejemplo” (algo mas o menos así), y yo recuerdo que le dije que no porque no era la hora ya que le debía dar cada 3 horas 10’ de cada lado según lo que me dijo la pediatra. Probé darle y agarró enseguida. Después de ese día entendí la importancia de la demanda y mi hijo empezó a ganar peso rapidísimo. Tomo leche todas las veces que quiso.

Recuerdo que me traía material siempre que le planteaba nuevas dudas. Por ejemplo si está bien o mal que duerma en mi cama, o lo tenga todo el día en brazo o como hacer para calmarle los cólicos. No hace mucho incluso me envió material de cómo hacer para que duerma mejor pero siempre sobre la base del afecto y cariño, nada de “duérmete niño”.

Nos ayudo a ambos. Me dio confianza para darme cuenta que si podía sacarlo adelante y la prueba de ello hoy ya camina y hasta quiere correr. Le di brazos y durmió en nuestra cama todo lo que quiso y ya no me preocupa lo que dicen los demás. Es un niño sano, muy feliz y extremadamente cariñoso. Sabe que sus papás estamos para atenderlo siempre que lo necesite.

Yo misma me he visto dando consejos a amigas diciéndoles que la maña no tiene porque ser visto como algo negativo, o no es nada malo que duerman contigo o estén todo el día en brazos. Todo eso no resta sino que suma confianza a la relación padres-hijos y hace que ellos en el futuro sean niños más confiados al saber que siempre tendrán a sus padres a su lado para contenerlos. Todo esto se lo debemos a nuestra doula.

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