A menudo solemos
hablar sobre la depresión postparto, que según la última encuesta realizada en Uruguay,
experimentan 16% de las mujeres. Sin embargo, poco se comenta sobre la
depresión durante el embarazo.
Socialmente nos parece
extraño pensar que una mujer embarazada pueda estar deprimida, y quizás por
esta misma razón, sea un tema poco discutido o escrito, ya que tendemos a
negarlo. La idealización que existe sobre la maternidad hace que imaginemos el
embarazo como un momento de extrema felicidad, en donde la mujer se siente
completa. Afortunadamente, esto es cierto para un importante número de mujeres;
sin embargo, para otras se despiertan sentimientos de tristeza y fatiga
importantes. Los miedos o incertidumbres son propios del embarazo, el tema es
qué hacemos con ellos y cómo los resolvemos. En algunos casos, nos generan
sentimientos negativos tan fuertes que no podemos manejar, desencadenando una
depresión prenatal.
¿Qué es y por qué se desencadena la depresión prenatal?
La depresión prenatal
es una patología del estado de ánimo que se desarrolla durante el embarazo. Los
cambios propios de este estado, sumados a las predisposiciones genéticas así
como a las condiciones del entorno, pueden hacer que se desencadene dicho cuadro.
Las emociones y
sentimientos pueden variar durante los 9 meses que dura el embarazo. Los cambios
hormonales tienen gran influencia en esta variabilidad y susceptibilidad
emocional.
Asimismo, es una etapa
que naturalmente conlleva ciertos cambios y ajustes. Nuestro cuerpo comienza a
cambiar, crece el abdomen y en conjunto, solemos aumentar algunos kilogramos.
El cambio en nuestra imagen corporal puede ser un desencadenante de sentimientos
de rechazo hacia nosotras mismas, de no reconocernos frente al espejo. Esto no
es algo que le vaya a suceder a todas las mujeres, pero en algunos casos el
cambio en el cuerpo puede despertar sentimientos de incomodidad y malestar.
Por otro lado, el
embarazo es un tiempo de ajustes físicos. Ante la llegada de un bebé, la
familia debe acomodarse físicamente. En algunos casos implica tener que mudarse
de casa, o ajustar la vivienda actual a las necesidades del nuevo
integrante.
Puede suceder que la
mamá tenga que hacer reposo durante el embarazo, y esto implique tener que
mudarse con su familia de origen para estar mejor atendida. Recuerdo el caso de
Romina, quien volvió a convivir con su madre los últimos meses de embarazo para
ayudarla en su reposo. El efecto emocional de volver a convivir con su familia
fue desencadenante de una importante angustia, que debió ser tratada en su
momento.
Desde el punto de
vista psicológico, el embarazo implica un proceso de comenzar a convertirse en
madre. Poco a poco se va asumiendo la responsabilidad de tener un ser que
dependerá de nosotras para su supervivencia, y de quien seremos responsables
durante varios años. Según la historia personal de cada una, y las herramientas
emocionales con las que contemos, podremos ir haciendo este proceso más
rápidamente o con ciertos obstáculos.
En una investigación
del año 2008 (Dennis CL), se encontró que los episodios depresivos en el
embarazo alcanzaban un 10%. Estos episodios se caracterizan por sentimientos de
tristeza, agobio y dolor, tiene una duración de por lo menos dos semanas
corridas y ocasionan también cambios en
el sueño o en el apetito, cansancio, disminución de la libido y dificultad para
concentrarse. Estos síntomas pueden confundirse por sintomatología propia del
embarazo, lo que lleva a subdisgnosticar esta patología.
En ocasiones, este estado depresivo puede acompañarse de
un malestar físico, como puede ser: constipación o diarrea, dolor de cabeza, y
deterioro social y/o laboral o de otras áreas importantes de la actividad de la
mamá. Los síntomas no se explican por el consumo de sustancias tóxicas o
medicamentos, ni tampoco por una patología orgánica ni como una reacción de
duelo.
Ciertamente, en la mayoría de los casos, las mujeres no
consultan con esta sintomatología completa, sino con elementos solapados que
pueden ser confundidos como propios del embarazo.
¿Cómo saber si estamos frente a una depresión prenatal?
Existe un
cuestionario, llamado “Escala de Depresión Posnatal de Edimburgo (EDPE)” que se
puede utilizar para indagar síntomas depresivos durante el embarazo. Consta de 10 preguntas que se autoaplican, y
hacen referencia a la última semana transcurrida.
A pesar de que esta es
una herramienta técnica, y tiene su forma de ser evaluada, puede ser un buen
disparador para que la mujer o su familia puedan detectar si existen síntomas
depresivos.
Las preguntas son las
siguientes:
En los últimos 7 días…
1. ¿He sido capaz de reírme y disfrutar?
2. ¿He mirado las cosas con ilusión?
3. ¿Me he culpado innecesariamente cuando las cosas han salido mal?
4. ¿Me he sentido nerviosa o preocupada sin tener motivo?
5. ¿He sentido miedo o he estado asustada sin motivo?
6. ¿Las cosas me han agobiado, sobrepasado?
7. ¿He tenido importantes dificultades para dormir?
8. ¿Me he sentido triste o desgraciada?
9. ¿Me he sentido tan infeliz que he estado llorando?
10. ¿He pensado en hacerme daño?
En caso de
que varias de las últimas ocho preguntas sean afirmativas, es conveniente la
consulta con un especialista.
En caso de que existan síntomas ¿por qué es importante consultar?
Hay estudios que demuestran que un estado depresivo durante
el embarazo se relaciona con mayores tasas de parto prematuro, bajo peso al
nacer, e incide sobre el sistema hipotálamo-hipofisario del bebé, alterando sus
respuestas neuroendocrinas (2008, Pearlstein)
Es decir que la
depresión no afecta solamente el estado anímico de la mamá, sino que los
investigadores plantean que puede tener efectos en la salud del bebé. Por esta
razón es fundamental la consulta precoz y la búsqueda de un tratamiento
integral, que se ajuste a la realidad de la mamá y su familia.
Un tratamiento
integral va a incluir la participación del ginecólogo tratante, un psiquiata, y
un psicólogo especializado en el área perinatal. El neonatólogo a su vez, podrá
dar luz sobre los efectos de la medicación que se escoja, en el bebé.
Hay estudios que
sugieren la suplementación con omega 3 como parte de este tratamiento.
En los últimos años se
han ido aceptando y quitando prejuicios sobre las diferentes enfermedades
psiquiátricas, lo que ha permitido un mejor abordaje hacia las mismas. Es
importante reconocer que aún en el embarazo, una mujer puede sentirse triste y
necesitar ayuda. Esto no implica que esté “loca”, ni debe sentirse culpable por
experimentar estas emociones encontradas. Es fundamental poder ayudar a esta
mamá, no solo por su bienestar, sino por la salud de su bebé. Las personas que
están en su entorno son las primeras que pueden reconocer los signos de alarma
y acompañarla en su proceso de recuperación. La consulta precoz con los
especialistas adecuados es de gran importancia en estas situaciones.
Claudia López
Licenciada en
Psicología, IBCLC, LCCE
Referencias:
Dennis CL, Allen K. Interventions (other than pharmacological,
psychosocial or psychological) for treating antenatal depression. Cochrane
Database of Systematic Reviews 2008, Issue 4.
Pearlstein T. Perinatal depression: Treatment options and dilemmas. J Psychiatry Neurosci. 2008 July;
33(4):302-318
Draghi, S. Depresión
en el embarazo. Revista de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires. Diciembre
2009; 88(982): 234-243
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